El bisnieto de Babieca
“Soy Rocinante el famo-
bisnieto del gran Babie-;
por pecados de flaque-
fui a poder de un don Quijo-.
Parejas corrí a la flo-;
mas por uña de caba-
no se me escapó ceba-;
que esto saqué a Lazari-
cuando, para hurtar el vi-
al ciego, le di la pa-.”
Alonso
Quijano, antes de siquiera crear el nombre de Don Quijote para darse a conocer como
caballero andante, nombra primero a su rocín con el nombre de Rocinante, tras
cuatro días de meditar consideraciones. Alonso Quijano pensaba que, así como
precisa de armas, todo caballero debe hacerse con caballo de considerable envergadura, que
haga honor a éste y cuyo nombre, tanto como el suyo y el de su doncella, no
quede en el olvido. Rocinante, al fin y al cabo, sería quien marcaría por sí solo el
camino de la aventura en la primera salida, como el propio Don Quijote quería.
Rocinante es
un personaje importante de la novela, uno siempre presente pero muchas veces "en silencio", que casi siempre se encuentra con su amo Don Quijote. Incluso llegó a causarle problemas a éste y a Sancho; a veces por un tropiezo accidental y otras veces, por ejemplo, por actuar por su cuenta, como ocurrió cuando lo dañaron los arrieros, que luego atacarían al hidalgo y al escudero. Sancho Panza, tras
ese incidente, recrimina la actitud de Rocinante, pero además lo reconoce como
persona, como ser pensante: “Jamás tal creí de Rocinante; que le tenía por persona casta y tan pacífica como
yo. En fin, bien dicen que es menester mucho tiempo para venir a conocer las
personas, y que no hay cosa segura en esta vida”.
Como Babieca le
deja claro a su autoproclamado bisnieto: son su amo y su escudero tan “rocines”
como él. El rocín está en sintonía con Don Quijote y se sumerge también en la
fantasía, siendo su más íntimo cómplice en la gran aventura. Después de todo, el caballero le dice a ese “sabio encantador”
que se encargaría de su historia: “Ruégote que no te olvides de mi
buen Rocinante, compañero eterno mío en todos mis caminos y carreras”.
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