El gato, el ratón y el Lazarillo

- Este arcaz está tan maltratado y es de madera tan vieja y flaca, que no habrá ratón a quien se defienda; y va ya tal, que si andamos más con él, nos dejará sin guarda. Y aún lo peor, que, aunque hace poca, todavía hará falta faltando, y me podrá en costa de tres o cuatro reales. El mejor remedio que hallo, pues el de hasta aquí no aprovecha: armaré por de dentro a estos ratones malditos.
Luego buscó prestada una ratonera, y con cortezas de queso que a los vecinos pedía, contino el gato estaba armado dentro del arca. Lo cual era para mí singular auxilio, porque, puesto caso que yo no había menester muchas salsas para comer, todavía me holgaba con las cortezas del queso que de la ratonera sacaba, y sin esto, no perdonaba el ratonar del bodigo.

(Segundo Tratado, página 78. El Lazarillo de Tormes. Cooperación Editorial, S. L.)


   En este fragmento es uno de los más desafiantes para el Lazarillo, aquí se pone en practica su astucia y actitud picaresca que lo ayuda a salir de todos sus problemas. Se enfrenta a uno de sus amos mas avaro: el Clérigo, un ser muy malvado que no le importaba dejar morir de hambre al pobre Lázaro. Pero no logrará dejarlo mucho tiempo sin comida, puesto que, nuestro pícaro demuestra una y otra vez como logra sacar comida de ese arcaz. Como lo vemos en éste fragmento, sin importar que tan difícil sea, consigue un pedazo de pan convirtiéndose en el ratón que evade y triunfa sobre el gato, ese fofo y avaro gato: el Clérigo, que con cada triunfo en este juego del gato y del ratón donde Lázaro gana por su astucia y el Clérigo pierde un pedazo de su cordura. 
 

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