Lázaro vivió con muertos (Laura Linares)

“…Venían luego a par del lecho una que debía ser mujer del difunto, cargada de luto , y con ella otras mujeres; la cual iba llorando a grandes voces diciendo 
—     Marido y señor mío  ¿A dónde os me llevan? ¡A la casa triste y desdichada, a la casa lóbrega y obscura, a la casa donde nunca comen ni beben!
Yo que aquello oí juntóseme el cielo con la tierra y dije: 
< ¡Oh desdichado de mí! Para mi casa llevan este muerto!  >
Dejo el camino que llevaba y hedí por medio de la gente, y vuelo por la calle abajo, a todo el más correr que pude, para mi casa. Y entrando en ella cierro la puerta, invocando el auxilio y favor de mi amo, abrazándome de él, que me venga a ayudar y a defender la entrada…”
(Tratado Tercero, Pág.63, primera edición 1999 La Palma Viajera, EDUVEN)


Dos características resaltan en este fragmento: lo cómico y lo dramático,   fundidos en una sola imagen. Asimismo se revela aquí el aspecto cariñoso del Lazarillo, por primera vez evidente,  mostrando la evolución y picardía del personaje.  
El hecho de que Lázaro haya identificado su casa con un cementerio pareciera una burla de su “supuesta picardía” que, sin duda, causa risa. Pero cuando reflexionamos lo que ocurre, es una de las imágenes más fuertes que tiene la historia del “lazarillo”. Encontrar las mismas características entre un cementerio y la casa donde viven ciertos hombres es una verdad patética. La intención del escritor es  hacer una crítica sobre la desigualdad social en aquella época, y aquí está muy bien lograda. Pone ante la ceguera de la élite  una realidad fácil de imaginar  y sentir a través de
esta imagen. Sin tener que buscar escenas denigrantes  y desagradables para comprender la miseria humana, lo cómico de esta escena la abarca de manera perfecta.  
Por otro lado, la  ingenuidad de Lazarillo muestra una parte nueva de lo que es el pícaro. No estamos ante un Lázaro vivo y distante con sus amos, sino que  en la relación  “amo-servidor”  se ha desarrollado un sentimiento de cercanía. Se trata de otro pícaro, que no es el que solo se mueve entre la supervivencia, interesado por comer y beber. Verlo abrazar al escudero y  proteger la casa nos muestra su  evolución. Es — hasta cierto punto— un mensaje sobre cómo  los cambios en actitudes propias logran cambios en  personajes “incorregibles”  de la sociedad. ¡Se nos hace inimaginable un Lázaro preocupado por el aposento del clérigo!
En este  fragmento  ―o mi interpretación―  se muestra una cara de Lázaro que desvía lo  que representa el pícaro, revelando un lado frágil. Sin embargo, en ese papel de víctima “ante su merced” mantiene la picardía característica del personaje.

Laura Linares.

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