El honor tambaleante 

Lázaro, un joven que ha vivido la pobreza extrema, le ha tocado servir a diferentes amos a lo largo de su vida y cada experiencia que comparte con ellos le deja a él cierto conocimiento de sus comportamientos, que resultan ser irónicos, pues, lo que hacen no es lo que aparentan ser. Un caso particular es el escudero; Lázaro siente lástima por él porque es un personaje que luce trajes elegantes y porta un semblante lúcido y fuerte, sin embargo, esos aspectos velan su precaria condición. En la novela, Lázaro al verlo caminar por la calle, se adentra en sus propios pensamientos sobre lo que comprende en relación a las acciones de su amo: 

¡Bendito seáis vos, Señor- quedé yo diciendo-, que dais la enfermedad y ponéis el remedio! ¿Quién encontrará a aquel mi señor que no piense, según el contento de sí lleva, haber anoche bien cenado y dormido en buena cama, y aunque agora es de mañana, no le cuenten por muy bien almorzado? ¡Grandes secretos son, Señor, lo que Vos hacéis y las gentes ignoran! ¿A quién no engañará aquella buena disposición y razonable capa y sayo? ¿Y quién pensará que aquel gentil hombre se pasó ayer todo el día sin comer, con aquel mendrugo de pan que su criado Lázaro trujo un día y una noche en el arco de su seno, do no se le podía pegar mucha limpieza; y hoy lavándose las manos y cara, a falta de paños y manos, se hacía servir de la halda del sayo? Nadie, por cierto, lo sospechará. ¡Oh Señor, y cuántos de aquestos debéis Vos tener por el mundo derramados, que padecen por la negra que llaman honra lo que por Vos no sufrirán! (El Lazarillo de Tormes, Pág. 32)

El escudero trata de evitar las burlas de las personas y por consiguiente, impide que mancillen su honor. Lo que, quizás, hace Lázaro en este pasaje es señalar lo innecesario que es padecer de hambre y sed sólo por mantener un ideal como lo es el honor o la falsa ostentación de riquezas: si es urgente cubrir estas necesidades, lo mejor sería buscar las oportunidades que disminuyan los padecimientos para que la vida se vuelva más cómoda o soportable. No vale el honor si se está hambriento o desnudo. La desvalorización del honor es muy común en los protagonistas de la literatura picaresca: según Maravall, estos son personajes que se caracterizan por unas formas de pensar o sentir que  contradicen lo establecido en la sociedad, o en este caso, aquello que se estima como lo es el honor del Caballero.
Karla Montoya

Bibliografía:
·         Maravall, A. José. La literatura picaresca desde la historia social (Siglos XVI y XVII). Madrid: Taurus, 1986.
·         El Lazarillo de Tormes [libro en línea]. Disponible:  http://www.saberia.com/wp-content/themes/saberia/books/lazarillo.pdf [Consulta: 2014, Julio 12]



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