El cabrero Pedro y el lenguaje pastoril
En el Capítulo XI del libro primero del Quijote se representa un episodio propio de la novela pastoril. Cervantes ofrece “una doble visión de la vida rústica: la de los cabreros y la de los pastores”[1] El cabrero Pedro cuenta a don Quijote quién fue el difunto pastor Marcelo y sobre qué cosas sabía:
“-Principalmente decía que sabía la ciencia de las estrellas, y de lo que pasan allá en el cielo, el sol y la luna, porque puntualmente nos decía el cris del sol y la luna.
-Eclipse se llama, amigo, que no cris, el oscurecerse esos dos luminares mayores - dijo don Quijote.
Mas Pedro, no reparando en niñerías, prosiguió su cuento diciendo:
-Asimismo adivinaba cuándo había de ser el año abundante o estil.
-Estéril queréis decir, amigo – dijo don Quijote
-Estéril o estil -respondió Pedro- todo se sale allá. (…) hacían lo que él les aconsejaba, diciéndoles: <<Sembrad este año cebada, no trigo; en éste podéis sembrar garbanzos y no cebada; el que viene será de guilla de aceite; los tres siguientes no se cogerá gota>>.
-Esa ciencia se llama astrología –dijo don Quijote.
-No sé cómo se llama –replicó Pedro-, mas sé que todo esto sabía y más.”
Cervantes no solo lo representa sino que lo hace evidente con las constantes correcciones de don Quijote. En el cabrero Pedro se personifica el hombre auténtico, con su lenguaje descuidado y falto de ciencia, incorporando en un episodio pastoril un personaje no literario: “… Pedro, que en su hablar gracioso y campesino comete errores idiomáticos y emplea vulgarismos que don Quijote se apresura a corregirle. Los pastores, en cambio, son seres más literarios que auténticos, como Grisóstomo, el <<famoso pastor estudiante>>”[2]
La importancia del cabrero Pedro no es vital en la obra completa, pero su participación y contraste con el mundo pastoril literario contribuye a la constante reflexión sobre lo que es real y lo que no, y, aunque el cabrero Pedro sea tan ficción como el pastor Grisóstomo, el primero tiene mayor verosimilitud y menos idealización, argumento esencial en el desarrollo de la novela de Cervantes.
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