Claudia.


Claudia es un pequeño personaje que aparece en el capítulo LX de la segunda parte de El Quijote. En dicho capítulo, Claudia, al creerse engañada, dispara a muerte a Don Vicente Torrellas, por creer que este va a desposarse con otra mujer. Sin embargo, luego se da cuenta de que el supuesto casamiento no es cierto, y de que ha dado muerte al hombre que ama por nada.
Lo que nos llama la atención de la pequeña y única aparición de este personaje es lo distinta que se revela Claudia a casi todas las demás mujeres que aparecen a lo largo de la obra. No es ella la exclusiva doncella cuya honra y promesas de casamiento son burladas (en su caso es un error, pero hasta que la verdad sale a la luz ella cree que es así), y con todo es la única que parece estar dispuesta a tomar el asunto en sus propias manos. Otras hay que se lamentan al ser traicionadas por haber creído en las promesas de amor, que lloran de angustia y re recluyen en sus casas o se convierten en pastoras al considerarse deshonradas y ser invadidas por la pena; unas incluso esperan que terceros sean quienes venguen las afrentas que ellas han recibido… Son, hasta cierto punto, mujeres pasivas (no todas, cabe destacar).
Claudia, sin embargo, no es así. Su móvil son tanto los deseos de venganza porque cree ha sido engañada como los celos de cualquier mujer. ¿Pero qué mucho si tejieron la trama de su lamentable historia las fuerzas invencibles y rigurosas de los celos?, nos dice el narrador. Su lamentable crimen es impulsivo y errado, trayéndole luego de descubrir la verdad una gigantesca pena, y el alcance de sus celos es inmenso, pues ni siquiera esperó a comprobar para tomar las armas en sus manos.
A pesar de su precipitación es distinta a las otras doncellas engañadas, pues decide resolver y cobrarse la afrenta de la que se cree victima por sus propios medios.

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